El creciente impacto de las fuertes lluvias en los ferrocarriles
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El creciente impacto de las fuertes lluvias en los ferrocarriles

Jan 30, 2024

Con múltiples ferrocarriles afectados por inundaciones en las últimas semanas, se vuelve cada vez más visible que las lluvias extremas pueden tener un impacto devastador en la infraestructura ferroviaria. ¿Qué están haciendo los administradores de infraestructuras ferroviarias para prepararse para este tipo de clima más extremo?

Los extremos climáticos se están intensificando con el calentamiento global, incluidas grandes cantidades de lluvia en un corto período de tiempo. Esto puede provocar grandes daños en la infraestructura ferroviaria y, por supuesto, detener el funcionamiento de los trenes, como ocurrió recientemente en Noruega y esta misma semana en Austria.

Según la Unión Internacional de Ferrocarriles (UIC), las fuertes lluvias y las consiguientes inundaciones pueden afectar a la infraestructura al arrastrar el lastre, provocando fallos en los puntos y en los equipos de señalización, ya que dependen de cables y suministros de energía intrincados. También puede provocar retrasos, ya que los trenes deben reducir su velocidad para evitar daños si el nivel del agua sube por encima de los rieles, abruma los sistemas de drenaje de las vías y provoca deslizamientos de tierra debido al exceso de escorrentía.

“Tanto la infraestructura como el funcionamiento todavía tienen un gran margen de mejora en lo que respecta a la resiliencia ferroviaria y la preparación para eventos climáticos extremos”, afirma Jesús Palma, que trabaja en la Unión Internacional de Ferrocarriles (UIC) en un proyecto para hacer que los ferrocarriles sean resilientes a las fuertes lluvias.

La UIC inició un conjunto de cinco proyectos bajo el nombre de Ferrocarriles Resilientes Frente al Cambio Climático (RERA), entre ellos RERA-Rain, que estudia el riesgo de fuertes lluvias, y que comenzó en abril de 2022. En el proyecto, uno de los objetivos es Los administradores de infraestructuras ferroviarias participantes, entre los que se encuentran DB, ADIF y Network Rail, tienen como objetivo intercambiar conocimientos y experiencias, explica el director del proyecto a RailTech. “La resiliencia no es un aspecto estandarizado y no tiene regulación al respecto. Durante nuestras reuniones hemos podido constatar que hay algunos países en los que, cuando llueve mucho, los trenes se ralentizan o incluso se interrumpe el tráfico. Comúnmente no existe una definición de lo que es una lluvia intensa y, por lo tanto, no existen umbrales que ayuden a los operadores a tomar decisiones”.

Así, uno de los objetivos es que los distintos administradores aprendan de la experiencia de los demás desde la fase de previsión hasta (si es necesario) aplicar medidas correctoras, y sean capaces de fijar umbrales que les ayuden en sus procesos de toma de decisiones. El intercambio de conocimientos y experiencias sobre cuáles han sido las soluciones aplicadas para diferentes eventos extremos podría aumentar la preparación de respuesta de los diferentes administradores ferroviarios.

“En materia de infraestructura, uno de los puntos débiles que hemos podido detectar es el mantenimiento de los sistemas de drenaje, entre muchos otros. Desde el lado de la operación, la prevención mediante herramientas de previsión meteorológica y sistemas de gestión de alertas meteorológicas para proteger la operación de eventos de lluvias intensas”, comenta Palma sobre el proyecto.

Con la ayuda de herramientas precisas de previsión meteorológica, se puede aumentar la preparación de la línea ante un evento de lluvia extrema mediante campañas específicas de mantenimiento del drenaje en puntos críticos, explica. En cuanto a la operación, una previsión precisa y la existencia de protocolos también serían útiles para proporcionar información precisa a los pasajeros en tiempo real.

Bélgica es uno de los países que sufrió inundaciones tras grandes cantidades de lluvia en el verano de 2021. Un ingeniero civil de Infrabel lo calificó como “el peor desastre que jamás hayamos experimentado en los ferrocarriles belgas”, y RailTech se puso en contacto nuevamente con Infrabel para preguntarle cómo se está preparando. ahora para el futuro clima extremo.

Las mortales inundaciones en Valonia se cobraron 39 vidas. También causó grandes daños a la infraestructura ferroviaria: 100.000 toneladas de lastre fueron arrastradas y cuatro puentes y varios kilómetros de vías quedaron destruidos. “Este doloroso episodio de la historia de Bélgica es una de las consecuencias del cambio climático. Seis meses después, la tormenta Eunice arrasó Bélgica provocando una serie de incidentes. Estos fenómenos climáticos extremos han llevado a Infrabel a considerar cómo debería adaptarse el administrador de infraestructuras a esta nueva realidad”, afirma un portavoz de Infrabel.

Para prepararse para las condiciones climáticas extremas, Infrabel y el operador SNCB también han introducido planes de "clima cálido", "otoño" e "invierno", que incluyen medidas preventivas para evitar el impacto de ciertos peligros climáticos en el tráfico ferroviario. Por ejemplo, Infrabel ha invertido en mejorar la ventilación de las cajas de señales para evitar el sobrecalentamiento de las instalaciones. En 2022, también desarrollaron un sistema de calefacción por interruptor “inteligente”, es decir, controlado por datos meteorológicos.

A más largo plazo, Infrabel está preparando un análisis en profundidad de la exposición de sus activos a los impactos del cambio climático. El análisis prioritario se refiere a la estabilidad de los terraplenes de vía en caso de inundaciones y lluvias intensas. Para ello, Infrabel mapeará las zonas vulnerables, teniendo en cuenta escenarios climáticos a largo plazo.

El gestor ferroviario belga también estudia la contribución del Internet de las cosas (IoT) a la estrategia de adaptación al cambio climático y seguimiento del estado de los activos. “Por ejemplo, a la salida del túnel Diabolo utilizado por los pasajeros que viajan desde Amberes al aeropuerto de Bruselas, hay un depósito, acoplado a 3 enormes bombas, responsables de canalizar el agua de lluvia de regreso al sistema de drenaje. Sin embargo, las precipitaciones extremas han puesto de relieve la necesidad de estar atentos a posibles anomalías. Un mal funcionamiento de estas bombas podría provocar una subida de agua a la salida del túnel, con consecuencias para el tráfico, e incluso daños en otras partes de la infraestructura. Estas bombas ahora están equipadas con un "vigilante", una caja conectada que monitorea constantemente su correcto funcionamiento y es capaz de revelar cualquier falla que pueda indicar una avería. “Esto garantiza que cuando sea necesario confiar en él a toda costa, el sistema de bombeo será completamente funcional”, afirma el portavoz de Infrabel.

No muy lejos, un segundo objeto conectado, independiente pero complementario del primero, también desempeñará un papel crucial. Conectado a una sonda enterrada en el suelo, informa a los equipos técnicos del grado de higrometría del suelo y, por tanto, de su capacidad para absorber -o no si ya está anegado- las fuertes lluvias. Esta información es decisiva para determinar el papel más o menos crítico que deberán desempeñar las bombas. Este sistema de alerta también ha sido diseñado para el viento, según el administrador de infraestructuras belga.

Jesús Palma, de la UIC, ve que los gestores y operadores de infraestructuras cada vez tienen más experiencia en resiliencia: “Los recursos económicos no siempre son suficientes, pero son conscientes del problema del cambio climático y están dispuestos a destinar los recursos necesarios para ello objetivo. La cuestión es tener criterios para optimizar y priorizar los recursos disponibles, y ese es el punto en el que el proyecto RERA pretende ofrecer recomendaciones y metodología”.

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